Sin embargo, además tiene mucho que mencionar el órgano sexual más poderoso de todos: el cerebro. En la mayoría de los casos hablamos de la libido como una fuerza externa y plenamente fuera de nuestro control, empero constantemente no es más que un estado de la mente.
Si pensamos en ella como algo que se activa y desactiva por precepto divino, nos arriesgamos a comprender nuestra sexualidad de forma errónea: “No me excito ya que yo soy así”. Aquello no supone que no puedas ni desees gozar del sexo, sino que denota que no tienes aquel ímpetu fisiológico primordial, sin embargo que podría advenir después. En este sentido, las distracciones diarias y el estres además tienen la posibilidad de afectarte. ¿Tienes hijos? ¿No llegas con el propósito de mes? ¿Tu chico te tiene manía? Y después, caso aparte, permanecen los medicamentos como la píldora anticonceptiva o ciertos antidepresivos. los cuales se han referente con el decrecimiento del quiero sexual. El cerebro es el órgano sexual más poderoso de todos: la libido es un estado de la mente y constantemente tendremos la posibilidad de controlarla Asimismo, se debe ver el elemento de la monotonía y el compromiso.
Realizarlo constantemente con tu esposo en la misma cama repitiendo a pies juntillas la rutina sexul preestablecida pone a prueba la libido de cualquier persona. Los hábitos no se llevan bien con el deseo sexual. En tal caso, la terapeuta Cyndi Darnell ofrece un cambio de escenario. Bastaría con una noche de hotel, un territorio neutral perfecto para avivar la llama de la interacción.
Tampoco permanecen de más la lencería, las velas, probarlo en la ducha … todo vale con tal de lograr aquel cambio de mentalidad. En este sentido, vale la pena hacer autocrítica para ver si a eso que estás acostumbrada es a la insatisfacción en la cama. De darse la situación, era esperable que desees evadir el caso.
Prueba, conoce tu cuerpo humano y anímate. Como en el gimnasio, los 10 primeros min van a ser un infierno, empero con la época mejorará la cosa. Aún, como cultura, nos resulta difícil dialogar del sexo, de nuestras propias preocupaciones en la cama, de lo cual nos encanta hacer y que nos hagan. Sin lugar a dudas habrá quien se encuentre más cómoda sin dicha necesidad del cuerpo (y mental) de gozar de su pareja en el lote sexual.
No obstante, si no te sientes satisfecha quizás valga la pena admitir primero el problema para después ponerle freno. Ya sabes, son cosas de la edad, sin embargo todo, además el sexo, se puede adaptar.