Un vaso, si es de cristal puede resquebrajarse, como pasa a veces cuando lo sometes a un cambio de temperatura brusco o excesivo. En muchas ocasiones, el proceso de fabricación puede tener pequeños defectos, imperceptibles, que causen algún problema a posteriori. En el caso del fundido del polvo de vidrio o arena, depende del método, en la solidificación pueden albergarse en su interior pequeñas burbujitas de aire que comprometen la solidez y la seguridad de la estructura a largo plazo. Por eso, cuando se usan en casa, se les somete al calor de un microondas y el agua realiza los procesos detallados más arriba, el aire atrapado en el interior de estas burbujas se calienta y con ello se expande. A veces da para que se rompa y estalle, y otras veces, no. Digamos que no explota. El calor ha expandido microscópicamente el vidrio y sus burbujas, pero con la reducción de temperatura, encoge. A las horas de haber usado ese vaso, explota y se hace añicos. ¿Por qué? Por el proceso de expansión y contracción. Este cambio, de expansión y contracción, es similar al que se producía cuando un guijarro pequeño golpeaba la luna de un coche antiguo y estallaba en mil pedazos de forma casi espontánea. Así pues, es sencillo: burbujas de aire en el líquido en cuestión, materiales de composición del vaso o taza en cuestión y cambios bruscos de temperatura. En principio, nada de fantasmas.